sábado, 17 de noviembre de 2007

el Tito Flores que conocí


Este jueves pasado cuando regresé de la Biblioteca Nacional donde se había inaugurado el coloquio "Lo cholo en el Perú" en homenaje al gran historiador Alberto Flores Galindo y después de escuchar los testimonios de José María Salcedo, Antonio Zapata, Marfiel Francke y Juan Acevedo, como en una película, pasaron por mi mente escenas de la época en que lo conocí.
Yo estudiaba letras en primer año y él era todavía un estudiante de Historia pero ya se desempeñaba como asistente de cátedra de los profesores Honorio Ferrero y Franklin Peace.
Todavía la Católica no se había pasado al Fundo Pando así es que los estudios generales quedaban en la Plaza Francia en una casona que tenia en el patio del fondo un edificio de varios pisos.
Yo acababa de salir del colegio y había sido la primera alumna pero me chocó la universidad principalmente porque estaba pasando por una fuerte depresión debido a la muerte de mi hermano Tito...por esa razón nunca le llamé así sino siempre Alberto.
Con mis 17 años, mi pensamiento era un poco infantil e ingresé con desánimo a la universidad sin saber bien lo que quería estudiar.
Recuerdo que en la primera práctica que tuve con él quedé impresionada por su erudición y por su estilo un poco loco de enseñar y de hacernos participar sorpresivamente para que estuviéramos atentos.
Desde el primer momento despertó mi admiración y a la vez cierto miedo por sus reacciones, pues a pesar de su erudición era todavía un chico...Yo lo recuerdo altísimo ,medio jorobado, rubio, con el pelo lacio que se le caía hacia el rostro,anteojos gruesos, siempre con un terno gris, sin corbata pero impecable como si recién se hubiera bañado. Así entraba a la clase puntualísimo...no había posibilidad de que faltara.
En esa época los profesores eran unas personalidades, con una postura un poco distante hacia los alumnos salvo contadas excepciones. El trabajo didáctico lo hacía Alberto en las clases de práctica en donde nos hacía interactuar casi a la fuerza desentrañando temas que para nosotros resultaban bastante difíciles. No sólo hacía agudas observaciones y era exigente sino que sabía en que momento cambiar de humor y divertirnos con alguna ocurrencia.
Recuerdo que una vez mi amiga Ana María se paró delante de la clase antes de que él llegara y comenzó a imitarlo mientras nosotros nos reiamos a carcajadas cuando de repente notó espantada que él la había estado contemplando desde afuera apoyado en el balcón, sonriéndole.
Casi siempre lo encontrábamos en la biblioteca (que estaba en los altos de una casa viejísima parte del conjunto arquitectónico que todavía existe) perdido entre rumas de libros y ensimismado en la lectura.
Por alguna razón Alberto había reparado en mí porque era muy observador y además porque le gustaban mucho las chicas y a su vez él tenía mucho "jale" con nosotras porque era muy carismático.
En las prácticas si alguien faltaba más de tres veces no aprobaba el ciclo y yo ya había faltado a dos y encima llegaba tarde. Una vez mientras yo estaba llegando tarde lo observé esperando molesto en el primer patio y sin decirme una palabra entró conmigo a la clase.
Como él tomaba los exámenes, para que nadie se copie nos decía que pusiéramos los libros en el suelo,una vez alguien se demoró en hacerlo y él de un manazo se los tiró al piso ante el asombro de todos. En protesta yo puse los mios sobre la carpeta como retándole a que los tirara pero él no lo hizo. Así surgió una atracción mutua.
Recuerdo también que el primer libro que leì sobre materialismo dialéctico me lo regaló él.
Parece increíble como algunas personas nos dejan marcas para siempre. Su recuerdo constituye para mí un tesoro invalorable y un enorme honor el haberlo conocido.
Escritor prolífico, pensador brillante, como lo conocen todos "el intelectual orgánico y peruano comprometido con el Perú y sus problemas" como lo llamó Marfiel Fracke, "el romántico" como dijo José María Salcedo, "el mediador, conectador de mundos fraccionados" como sugirió Antonio Zapata, "el amigo divertido, puro , honesto, muy ético" como lo describió Juan Acevedo...dífícil definirlo...imposible olvidarlo.

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